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La primera sede de la Academia de Bellas Artes de San Fernando fue la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid, en 1745. En 1774, el patrocinio de Carlos III les permitió comprar el Palacio de Goyeneche, o Casa de la Miel, en la calle Alcalá, 11, edificio de arquitectura barroca obra de José de Churriguera. Diego de Villanueva reformó el edificio y la Academia ocupó el sótano y la primera planta. La parte posterior, en la calle de la Aduana, se dedicó a la escuela. En 1752, la Academia contaba con más de 300 alumnos, que llegaron a ser 1.079 a finales del siglo XVIII.

Durante el reinado de Isabel II, una reforma educativa separó definitivamente la Escuela de la Academia. La Ley Moyano (R.D. 7 oct. 1857) elevó los estudios de la Escuela de Bellas Artes a la categoría de enseñanza superior. Estos estudios incluían: Anatomía pictórica, Perspectiva, Estudios históricos, Estudios de la vida y del atavío, Colores, Paisaje, Composición aplicada a la pintura y a la escultura, Modelado y Teoría e Historia de las Bellas Artes. La Escuela permaneció en el Palacio de Goyeneche con la Academia hasta octubre de 1967. Ese mismo año se impartió el primer curso en la Escuela de Bellas Artes de la Ciudad Universitaria, en el edificio que aún ocupa en la actualidad, en la calle del Greco, 2, obra del arquitecto Pascual Bravo. Este edificio se completó posteriormente con unas instalaciones destinadas inicialmente a albergar el Museo de Reproducciones Artísticas, obra del arquitecto Víctor de’Ors.

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En 1838, la Secretaría de Gobernación defendió la autorización de la creación de la Academia de Barcelona, para que ésta pudiera expedir el título de arquitecto. A pesar de ello, no fue hasta después de que las Juntas de Comercio se convirtieran en instituciones puramente consultivas en 1847, cuando un Real Decreto de Isabel II de 31 de octubre de 1849 creó las Academias Provinciales de Bellas Artes, como organismos consultivos del Estado en materia artística de las provincias, con la responsabilidad de velar por el patrimonio, fomentar el estudio de las Bellas Artes y, fundamentalmente, gestionar su enseñanza en las distintas localidades del Estado. En 1850 se constituyó la Academia de Bellas Artes de Barcelona, que gestionó la Escuela desde entonces, compartiendo ambas su sede en la segunda planta de la Lonja.

Mientras que la Escuela Superior de Bellas Artes se trasladó a la Lonja en 1940, y la Escuela de Artes y Oficios Artísticos lo hizo a finales de los años 60, la Real Academia sigue manteniendo en la actualidad su sede en la segunda planta del edificio.

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En 1754, un grupo de artistas valencianos, asumiendo el espíritu de la Ilustración, decidió reunirse para crear una Academia de Bellas Artes, con el objetivo de sistematizar la enseñanza de las distintas disciplinas que, hasta el momento, se seguían desarrollando en los talleres y obradores. Así, crearon una primera institución, que se denominó Academia de Santa Bárbara, en honor de doña Bárbara de Braganza, esposa del rey Fernando VI. Este proyecto inicial tuvo una vida muy corta, ya que las necesidades para su mantenimiento no pudieron ser cubiertas ni por las autoridades locales ni por la sociedad civil.

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Pocos años después, los mismos artífices de la idea original, entre los que se encontraban el pintor José Vergara, y el escultor Ignacio, su hermano, retomaron la iniciativa y se dirigieron a la recién creada Real Academia de San Fernando de Madrid, para recabar su apoyo y mediación, a fin de que el rey Carlos III sancionara unos estatutos que les permitieran una mayor estabilidad y promovieran su utilidad docente. Tras largas negociaciones, que incluyeron la aprobación de la idoneidad del profesorado, el 14 de febrero de 1768, el monarca aprobó la creación definitiva de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, cuyos espacios docentes se ubicaron en este mismo edificio de la Universitat Estudi General, y en esta misma sala, que desde entonces ha seguido llamándose “de la Academia”.

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La Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi fue creada como Academia Provincial de Bellas Artes en 1849 con el fin de dirigir la enseñanza artística y ser órgano consultivo del gobierno en los asuntos artísticos de la provincia.

En la actualidad, desvinculado ya de la enseñanza, conserva un importante patrimonio artístico, cardinal para entender la historia del arte catalán moderno, que proviene del fondo generado por la Escuela de Arte de Barcelona -instalada en el 2º piso del edificio de la Llotja desde 1771 hasta los años 70 del siglo XX- y de la colección que la propia Academia generó a partir de las aportaciones de los académicos. Es un espacio histórico que conserva el estilo arrancado al edificio en las diferentes reformas realizadas en los siglos XVIII y XIX.

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Su colección está considerada como el primer museo de arte que existió en Barcelona. Hay 7 salas visitables que mantienen el espíritu decimonónico y se exponen unas 350 obras de arte, entre pinturas, esculturas, grabados, dibujos y piezas de cerámica.

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