Real academia española en inglés
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La RAE se dedica a la planificación lingüística aplicando la prescripción lingüística encaminada a promover la unidad lingüística dentro de los distintos territorios y entre ellos, para asegurar una norma común. Las directrices lingüísticas propuestas se plasman en diversas obras.
La Real Academia Española se fundó en 1713, siguiendo el modelo de la Accademia della Crusca (1582), de Italia, y la Académie Française (1635), de Francia, con el propósito de “fijar las voces y vocabularios de la lengua española con propiedad, elegancia y pureza”. El rey Felipe V aprobó su constitución el 3 de octubre de 1714, poniéndola bajo la protección de la Corona[cita requerida].
Su aristocrático fundador, Juan Manuel Fernández Pacheco, duque de Escalona y marqués de Villena, describió sus fines como “asegurar que los hispanohablantes puedan siempre leer a Cervantes”, ejerciendo un progresivo mantenimiento actualizado de la lengua formal[cita requerida].
¿Qué hace la Real Academia Española?
Aunque el alfabeto español tiene 27 letras, no siempre fue así. En 2010 se produjeron una serie de cambios en el alfabeto español bajo la dirección de la Real Academia Española, árbitro semioficial de la lengua.
Otra actualización sustancial incluyó el cambio de nombre real de tres letras. Antes de 2010, la y se llamaba formalmente y griega (“y griega”) para distinguirla de la i o i latina (“i latina”). Durante la actualización de 2010, se cambió oficialmente a “ye”. También se actualizaron los nombres de la b y la v, pronunciadas be y ve, que hasta entonces se pronunciaban de forma idéntica. Para diferenciarlas, la b siguió pronunciándose be y la v cambió de pronunciación a uve.
Con el paso de los años, como la desambiguación entre b y v había sido difícil en el habla, los hablantes nativos desarrollaron coloquialismos como pistas. Por ejemplo, una b podría denominarse be grande, “gran B”, y la v ve chica, “pequeña V”.
Mucho antes de 2010, hubo un debate sobre algunas otras letras, como la w y la k, que no se encuentran en palabras nativas del español. Debido a una infusión de palabras prestadas de otros idiomas -palabras tan variadas como haiku y kilovatio-, el uso de estas letras se hizo común y aceptado.
Alfabeto de la Real Academia Española
El Diccionario se creó para mantener la pureza lingüística de la lengua española; a diferencia de muchos diccionarios de lengua inglesa, el DLE pretende ser autoritativo y prescriptivo,[3] más que descriptivo[4].
Cuando se fundó la RAE en 1713, uno de sus principales objetivos era elaborar un diccionario autorizado de castellano. Sus primeros estatutos decían en 1715 que el fin de la Academia era:[3]: 125
A pesar de esta política, en el siglo XXI la Academia ha respondido a las críticas sobre definiciones consideradas despectivas o racistas como trapacero por gitano diciendo que el Diccionario intenta reflejar el uso real, y que no se cambia nada eliminando la definición del diccionario, sino que hay que recurrir a la educación para erradicar los usos inadecuados[7]. Sin embargo, tras negarse a cambiar algunas definiciones, finalmente se cambiaron. Véanse ejemplos en la sección Crítica.
La cuarta edición del diccionario (1803) introdujo los dígrafos “ch” (che) y “ll” (elle) en el alfabeto español como letras separadas y discretas. Las entradas que empezaban por “ch” se colocaron después de todas las entradas con “c” (así, czarda aparecía antes que chacal), y las entradas con “ll” después de “l”. También en 1803, la letra “x” se sustituyó por “j” cuando tenía la misma pronunciación que “j”, y se eliminó el acento circunflejo (^)[cita requerida] En 1994, se decidió en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española utilizar el alfabeto latino universal, que no incluye la “ch” y la “ll” como letras sueltas[8].
Real Academia Española Latinx
Desde entonces, la RAE se ha adaptado a los nuevos tiempos, fijándose la tarea de vigilar que los cambios que se producen en la lengua hablada no rompan la unidad del idioma que se mantiene en todo el ámbito hispanohablante. Esta labor la llevan a cabo sus miembros, entre los que se encuentran los 46 académicos numerarios que ocupan los escaños vitalicios que llevan el nombre de las letras mayúsculas y minúsculas del alfabeto. Los seleccionados para esta distinción suelen ser historiadores, escritores, filólogos, investigadores, periodistas y profesionales que han demostrado su dominio de la lengua en sus correspondientes campos.
En su tarea de elaborar una normativa común para la lengua española, la RAE cuenta con la colaboración de las 21 Academias de la Lengua Española de América Latina y Filipinas. Todas ellas integran la Asociación de Academias de la Lengua Española. Sus resultados se materializan en las distintas obras publicadas por la Academia: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía.