Buscar palabras en el diccionario de la real academia española

Real Academia Española Latinx

La última edición del diccionario se publicó en 2001 y, desde entonces, se ha actualizado en 5 ocasiones. En esta ocasión, la nueva versión del DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) llega con 93.111 artículos.

Desde su primera edición, han sido 234 años de evolución de la lengua que han hecho que el DRAE evolucione a la par que ella. Cada edición presenta diferencias con la anterior, en un esfuerzo por reflejar el statu quo del uso de la lengua.

La primera edición del siglo XIX se publicó en 1803 e incluía varios neologismos científicos, como testimonio de la necesidad de comunicar nueva información durante la Revolución Industrial. Tal es el caso hoy en día de términos relacionados con la tecnología como "wi-fi", una palabra que no podría existir en el pasado sin la existencia de Internet.

La 12ª edición de 1884 incorporó coloquialismos, jergas y también etimologías. Asimismo, se consultaba a autores latinoamericanos y a representantes de las nuevas academias de la lengua surgidas en algunos países tras su independencia (como Venezuela y Colombia).

Traducción real al español

La ortografía también se tuvo muy en cuenta, pero la falta de un plan claro fue todo un problema. En las primeras fases, el objetivo era transcribir las palabras según su origen, ciñéndose a un concepto etimológico, pero esto podría haber acabado con grafías inusuales de las palabras, por lo que no resultaba práctico, como declara Lázaro Carreter. En 1724, tras algunas discusiones, el equipo decidió cambiar su política y considerar no sólo la etimología, sino también el uso (o pronunciación). Finalmente, se consideró prioritaria la pronunciación. Esa era la norma general, abierta a discusión en función de casos especiales. Estos cambios drásticos no eran excepcionales en aquella época y también se produjeron en los dos primeros diccionarios de la Académie française.

  Diccionario española de la real academia

Según Lázaro Carreter, el diccionario marcó un punto importante en la historia de la ortografía española. Alcanzó un público más amplio que los intentos anteriores de establecer normas en la materia y supuso un paso adelante para alejarse del caótico estado anterior de la ortografía.

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española

Desde entonces, la RAE se ha adaptado a los nuevos tiempos, fijándose como tarea vigilar que los cambios que se producen en la lengua hablada no rompan la unidad del idioma que se mantiene en todo el ámbito hispanohablante. Esta labor es llevada a cabo por sus miembros, entre los que se encuentran los 46 académicos numerarios que ocupan escaños vitalicios que llevan el nombre de las letras mayúsculas y minúsculas del alfabeto. Los seleccionados para esta distinción suelen ser historiadores, escritores, filólogos, investigadores, periodistas y profesionales que han demostrado su dominio de la lengua en sus correspondientes campos.

En su tarea de elaborar un reglamento común de la lengua española, la RAE cuenta con la colaboración de las 21 Academias de la Lengua Española de América Latina y Filipinas. Todas ellas integran la Asociación de Academias de la Lengua Española. Sus resultados se materializan en las distintas obras publicadas por la Academia: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía.

  Diccionario de la real academia española consulta

Asociación de Academias de la Lengua Española

El Diccionario se creó para mantener la pureza lingüística de la lengua española; a diferencia de muchos diccionarios de lengua inglesa, el DLE pretende ser autoritativo y prescriptivo,[3] más que descriptivo[4].

Cuando se fundó la RAE en 1713, uno de sus principales objetivos era elaborar un diccionario autorizado de castellano. Sus primeros estatutos decían en 1715 que el fin de la Academia era:[3]:  125

A pesar de esta política, en el siglo XXI la Academia ha respondido a las críticas sobre definiciones consideradas despectivas o racistas como trapacero por gitano diciendo que el Diccionario intenta reflejar el uso real, y que no se cambia nada eliminando la definición del diccionario, sino que hay que recurrir a la educación para erradicar los usos inadecuados[7]. Sin embargo, tras negarse a cambiar algunas definiciones, finalmente se cambiaron. Véanse ejemplos en la sección Crítica.

La cuarta edición del diccionario (1803) introdujo los dígrafos "ch" (che) y "ll" (elle) en el alfabeto español como letras separadas y discretas. Las entradas que empezaban por "ch" se colocaron después de todas las entradas con "c" (así, czarda aparecía antes que chacal), y las entradas con "ll" después de "l". También en 1803, la letra "x" se sustituyó por "j" cuando tenía la misma pronunciación que "j", y se eliminó el acento circunflejo (^)[cita requerida] En 1994, se decidió en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española utilizar el alfabeto latino universal, que no incluye la "ch" y la "ll" como letras sueltas[8].

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