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Requisitos de edad de los agentes de policía por Estado

Academia de Policía es una comedia estadounidense de 1984 dirigida por Hugh Wilson en su debut como director, y distribuida por Warner Bros. Pictures[4] Su historia sigue una nueva política de reclutamiento para la academia de un departamento de policía sin nombre que está obligada a aceptar a cualquier recluta que desee probar para ser agente de policía. La película está protagonizada por Steve Guttenberg, Kim Cattrall y G.W. Bailey.

La película fue producida por The Ladd Company. Se estrenó el 23 de marzo de 1984[5], recaudó 8,5 millones de dólares en su fin de semana de estreno y más de 149 millones de dólares en todo el mundo, frente a un presupuesto de 4,5 millones de dólares, y sigue siendo la película de mayor éxito de la serie hasta 2022[3] La película dio lugar a seis secuelas de la franquicia Academia de Policía.

Debido a la escasez de agentes de policía, Mary Sue Beal, la alcaldesa de una ciudad sin nombre, exige al departamento de policía que acepte a todos los reclutas. A Carey Mahoney, un delincuente reincidente, el capitán Reed le da a elegir entre matricularse en la academia de policía o ir a la cárcel. Mahoney acepta lo primero, pero planea tener un rendimiento lo bastante malo como para ser expulsado, ya que no puede abandonar sin enfrentarse a la cárcel. El jefe de policía, Henry Hurst, indignado por el plan del alcalde, decide hacer que la experiencia sea tan mala para los nuevos reclutas que desistan.

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Al igual que la comedia romántica, la película de policías sigue una trayectoria emocional familiar: No te soporto... Odio tener que estar cerca de ti... Bueno, quizá no seas tan malo... Oye, en realidad tenemos mucho en común... Sabes qué, en el fondo, quizá no seamos tan diferentes... Vaya, creo que te quiero. De acuerdo, puede que esta última frase no se diga en muchas películas de policías colegas, pero está implícita: los compañeros desparejados de estas películas suelen forjar un vínculo platónico, dejando a un lado sus rencillas para desarrollar un respeto mutuo a regañadientes. Los colegas policías no se besan, pero a lo mejor chocan los cinco. Estas películas son los bromances originales.

La última incorporación a este subgénero tan machista es Hobbs & Shaw, en la que dos rivales -el agente federal Dwayne Johnson y el asesino Jason Statham- se ven obligados a formar equipo. ¿Empezarán odiándose a muerte? Claro que sí. ¿Llegarán a admirarse mutuamente? Parece probable.

Con motivo de la llegada de Fast and Furious a los cines este fin de semana, hemos decidido volver a clasificar las 25 mejores películas de policías y amigos. Antes, sin embargo, tuvimos que establecer algunas reglas básicas. En primer lugar, para poder optar a la clasificación, los dos personajes principales de la película tienen que estar involucrados en el cumplimiento de la ley o, como en Kiss Kiss Bang Bang, al menos pretender estarlo. (Midnight Run aparece a veces en listas como ésta. Pero sólo el personaje de Robert De Niro es policía, así que no la incluimos). Además, hemos optado por centrarnos sólo en las películas en las que los policías acaban estableciendo un vínculo. (Fue una decisión controvertida, pero al final decidimos no tener en cuenta Training Day, que es como el reverso tenebroso de la película de policías amigos. Oye, en realidad nunca acaban siendo amigos en esa película). Por último, los perros cuentan como policías.

Elenco de la academia de policía

El reverendo Martin Luther King Jr. fue asesinado a la edad de treinta y nueve años el 4 de abril de 1968 a las 6:01 p.m.El policía novato Marvin Levey vivió toda una experiencia que le cambió la vida con sólo un día de trabajo como agente de la policía de Nueva York. Cuando una multitud de más de cien mil alborotadores desbordó a la policía. La ciudad de Nueva York no tenía elección; necesitaban a todos los policías capaces para mantener la ley y el orden. Necesitaban muchas más fuerzas del orden. Eso significaba que a la clase de la academia de policía del 3 de abril de 1968 se le ordenó salir a las calles de Nueva York para sofocar disturbios, realizar detenciones y, literalmente, luchar por sus vidas sin ningún tipo de formación policial. Leer más

Me encanta la aventura y el trasfondo histórico y me sorprendió cada giro que el autor daba con Marvin. Una gran lectura y una mirada realmente reveladora de lo que es ser un oficial novato de la policía de Nueva York durante el verdadero movimiento por los derechos civiles más importante de los tiempos modernos. Muy recomendable.

Muy interesante y esclarecedor sobre la corrupción en el departamento de policía de Nueva York en los años sesenta. El editor necesita un mejor corrector, ya que había varios errores ortográficos y/o tipográficos en el libro.

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¿Por qué somos así? Hemos llegado a una época en la que el público piensa que el sistema y la policía tienen una solución para todos sus problemas. Estados Unidos ha creado su propio monstruo. Nuestra ética y nuestra moral se han tirado por la ventana y se han sustituido por la desconexión y por cáscaras humanas insensibilizadas. Los policías no son inmunes a los cambios en la división de la sociedad y el drama emocional asociado a ella. Es espantoso, de verdad. A diario estamos expuestos a la miseria humana y al conflicto, lo que nos da una versión muy estrecha de la sociedad.

El humor policial es a menudo incomprendido, descarado o francamente desagradable. A veces es incómodo, pero creemos que somos graciosos. Se convierte en una parte de nosotros que compartimos en círculos reducidos. Muchos agentes dirían que el humor amortigua el velo de realidad al que nos enfrentamos en los problemas sociales. Muchos ciudadanos se protegen de los horrores que encontramos. No encuentran alivio cómico en una tragedia. A menudo se malinterpreta a los policías cuando se escuchan nuestras payasadas en público. Es la naturaleza de la bestia.

Negar la realidad hace que te maten. Es una maldición y una bendición. Ya no podemos mirar el mundo en que vivimos de la misma manera. Exploramos constantemente nuestro entorno, buscamos salidas y nos mantenemos alerta. En cualquier establecimiento, elegimos el asiento de espaldas a la pared y con vistas a todo el local. Somos selectivos con el lugar donde cenamos. Estaríamos perdidos sin nuestra arma de fuego y nuestra placa en la cintura. Todos y todo es sospechoso hasta que se demuestre lo contrario.